miércoles, 6 de agosto de 2014

One hundred

Ya van cien pedacitos de mi alma que quedan plasmados en palabras. Cien trocitos de ella en casi tres años y medio, desde aquel ocho de marzo del 2011 en el que escribía sobre lo efímero de los sueños y de lo realistas que podían llegar a ser (¡cómo pasa el tiempo!). Cien escritos sobre sueños, sobre pensamientos, sobre reflexiones. Cien opiniones, ideas y ocurrencias que han salido de mi cabeza, y recorrido mi cuerpo hasta salir por mis dedos para pulsar las teclas y que las letras se plasmaran una a una en la pantalla. Cien textos que luego, estés donde estés, más lejos o más cerca, han conseguido llegar a tus ojos y atravesar tus retinas para tener mayor o menor repercusión sobre ti. Esos cien textos quiero recordarlos siempre, porque a través de ellos he crecido, he madurado, me he hecho mayor y cada uno de ellos es especial. Mientras ellos evolucionaban, he pasado de tener diecisiete años, a tener veintiuno; de ser una estudiante de instituto, a estar a un año de graduarme en la universidad. No importa si han sido más o menos las personas que los hayan leído, no importa si han gustado o si no... Lo único que importa es que éste, mi pequeño rincón lleno de estrellas, ha sido mi gran compañero, mi paño de lágrimas, tanto de tristezas, como de alegrías, y sólo puedo dar las gracias por todos los que habéis acompañado durante todo este tiempo, durante estas cien publicaciones, y decir:


domingo, 3 de agosto de 2014

Nights


Me encanta la luz del sol, no lo puedo negar. Me encanta el calor de sus rayos sobre mi piel y la sensación de libertad que eso proporciona, la arena tibia en verano y que me reconforte en invierno cuando el frío aprieta. Me encanta que mi habitación se ilumine con su luz sólo entre las doce y las cuatro del mediodía entre mayo y septiembre y que entre por la ventana del salón entre las diez y las doce todos los días del año... Pero creo que si tuviera que elegir entre un día permanente o una noche eterna, me quedaría con las noches. La calma y la paz, la oscuridad ocultando los defectos de este mundo y poniendo de manifiesto la belleza de las pequeñas cosas a la luz de la luna, haciéndonos que nos fijemos en los pequeños detalles cercanos en lugar de en las grandes evidencias. Esas noches silenciosas, relajantes, purificadoras. Esas noches en las que un libro o una buena película son los mejores compañeros para no dormir. Esas noches que vuelan y se alejan para dar paso al día, despidiendo a la luna perezosa que se resiste a irse del cielo. Y si esas noches son de verano, deberían durar todavía más tiempo. Deberíamos aprovecharlas para soñar sin dormir, para descansar mirando las estrellas, para escuchar el sonido del mar bajo el oscuro cielo y sobre la suave arena. 

Deberíamos vivir esas noches...